Ser la hija del Presidente de Estados Unidos tiene sus riesgos, sobre todo cuando se trata de un tema que parece violar los derechos humanos.
Primero fueron los boicots para no comprar los productos de la familia Trump, después el cierre de las tiendas retail de Ivanka en varios países y hoy una crítica a su modelo de producción.
Todo comenzó con la detención de un activista chino que siguió con la desaparición de dos de sus compañeros, quienes trabajaban como empleados encubiertos en la fábrica que manufactura los zapatos de la empresaria estadounidense.
En su calzado, por ejemplo, se puede leer que procede de China, lo cual contradice la filosofía de su padre quien pidió a las empresas estadounidenses regresar a su país de origen.

Hace poco la empresaria publicó en su cuenta de Twitter: “Me siento orgullosa de apoyar a mis amigos LGBT y a toda esa comunidad de americanos que ha contribuido tanto a nuestra sociedad y nuestra economía”. Palabras que molestaron a la comunidad gay por la incoherencia y falsedad.
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